Digitized by the Internet Archive
in 2011 with funding from
University of Toronto
http://www.archive.org/details/jornadaspoesasOOfrei
.
JORNADAS
ES PROPIEDAD
J. FREIRÉ SILVAK
dORNADAS
POESÍAS
Con palabras de Pedro Larrión
MONTEVIDEO
1919
ETERNIDAD
i:Hay alp pe vive eterno y pe nota sobre
el carácter de los Hombres: el carácter sublime
ilel artista.
1:E1 arte es el éter de las almas inertes.
:,De las almas gemelas en el sentir es la
victoria". (D
J. FREIRÉ SILVAR.
Eternidad a medias, que nace con el hombre y vive sin él,
pero eternidad no por eso menos hermosa.
Como nace un hilo de plata en el resquicio de una peña,
nace el arte en las almas grandes. También las almas tie-
nen sus resquicios como las montañas y sus grietas como las
rocas, abismes en cuyo fondo viven pasiones, picos gigan-
tes, casi inaccesibles, que rasgan el cielo con su cabeza er-
guida, llena de nobles ideales.
En un paso abrupto, sinuoso, difícil, sombreado por una
obscuridad jamás iluminada, se siente a veces el run-run
de algo que vive ignorado. Es el manantial de un senti-
miento nuevo. Xace humilde y débil del seno granítico de
la roca, que lo engendró. en una noche de arrullos salvajes,
en que el viento la arrancaba girones a besos y la lluvia la
fecundaba con su savia poderosa.
Adornan su cuna bouquets gigantescos, que tejen las ha-
yas y los robles; y los setos se despojan de su hojarasca y
ias flore, de sus pétalos, para cubrir con ellos el débil cuer-
po del recién nacido. Se oyen sus gemidos resonar con es-
casas intermitencias. Su llanto tenue, de niño que llora,
porque todavía no sabe reir. lo invade todo. Surje luego el
hilo de plata, arrastrándose como un fugitivo temeroso y
borda, en los bruscos declives de la montaña, caprichosas
figuras de indefinidas líneas, aristas colosales, gláciles cur-
vas. Es la gratitud del hijo emancipado, que regala a su
madre la tierra con galas por él tejidas.
[1] Este pensamiento, dedicado a un amigo, sugirió al poeta Pedro Larrión del Arco el presente inspi-
radísimo artículo; que, en cierto aspecto, constituye la semblanza espiritual del autor ds estas poesías.
Párase de pronto ante un obstáculo invencible. VA agua,
ai principio clara, bonica suavemente el pie de aquella ba-
rrera infranqueable y besa cod dulzura sus macizos arran-
ques, como hembra humillada que apela a las caricias pa-
ra vencar la tría altivez del macho. Luego se enturbia y. en
remolino furioso, arremete en empuje mil veces repetido y
otras tantas rechazado.
El hilo de plata aporta, sin cesar, fuerzas vitales que ro-
bustecen aquella furia estancada; el espejo purísimo (pie el
agua formó, se viste de espuma y en su seno viven los; pe-
ces y en sus orillas aplacan su sed las blancas palomas.
Un día, el esfuerzo indomable del arroyo, le hace saltar
por cima de aquella mole pétrea ; y la espuma, al coronar la
íojiza cabeza del tirano, se agita y se resiste y por fin cae.
con estruendo de muerte, en aquel abismo inmenso, que
tiene el infinito azul por horizonte y una verde pradera por
lecho.
El hilo de plata, hecho torrente, se desborda en las alturas
y salpica, con sus aguas purísimas pulverizadas, el azul del
cielo y el verde de la tierra. Es el llanto nostálgico de su ver-
tiginosa caída. Por eso, al estrellarse en la concavidad de su
tumba, susurra melancólicamente: "Hay algo que vive eter-
no y que flota sobre el carácter de los hombres: el carácter
sublime del artista".
Manso, sigiloso, como un titán austero, que ha perdido la
fe en su fuerza y la busca en su virtud, lame las riberas de
su cauce y con sus besos engendra flores y con sus brazos
arranca de raíz troncos seculares. Descubre con impudor
candoroso las reconditeces misteriosas de sus entrañas y en
ellas alimenta legiones de seres que prestan nuevos encantos
a su curso.
Su brisa fresca lo rodea de un nimbo de maternidad en
que se cobijan las almas fuertes y sencillas. Es el aliento vir-
ginal que en oleadas vaporosas sube al cielo, mientras la co-
rriente canta, con su cantar monótono, las endechas senti-
mentales de su convicción postrera : "El arte es el éter de las
almas fuertes".
('orre el río hacia el mar. En su camino, largo y tortuoso.
queda el surco profundo de su paso, la estela azul que lleva
a su nacer humilde, donde hojarasca y ñores fueron el orna-
to de su cuna.
En un alarde vano, soberbio el río se crece y se ensancha,
rompiendo los diques de su lecho, como rompen los suyos
los Hombres que en la tierra fueron humildes y dejaron de
serlo.
.Su influjo bienhechor hace fructificar a los campos: él
clora las miesss y su contacto reverdece los pensiles que en
su orilla crecen y en ella han de florecer.
Pero el rio se desliza siembre, cantando su eterna halada
de rotas ilusiones, tendiendo a su fin, buscándolo eu la lla-
nura sin límites de su carrera, deseándolo con bramidos, me-
losos a veces como un suspiro y a veces ardientes, desgarra-
dores, como destellos de pasión.
Y se ve su vagar incierto declinando su voluntad en el
azar con la naturalidad que un día de estío decdina en otro
<iia su fuego y sus ardores, mientras la sombra crepuscular
vela púdicamente con su manto negro las postrimerías de un
día engendrando a otro.
¡Se oye a lo lejos la voz enardecida del que espera, contes-
tando a la tierna balada del (pie llega y el río arrecia en su
empuje irresistible. Estremécense sus aguas en convulsiones
de mortal angustia y ábrese paso su cuerpo de titán, corrien-
do ciego de pasión tras la voz conmovedora de su sangre. . .
Es la cita augusta de dos almas hermanas nacidas para
amarse, el abrazo brutal de dos pasiones, el llanto desgarra-
dor de dos huérfanos que lloran a su madre.
Precipítase el río en el seno inmenso de su hermano el mar
y. ante aquella caricia de triunfo, sube a lo alto el incienso
de su brisa, en vapores cálidos que se ven con los ojos, que
se aspiran con los labios, que se desean con el alma, mientras
suenan en la tierra las tiernas endechas de su melancólica
balada: "De las almas gemelas en el sentir, es la victoria".
Pedro LARRION.
Escorial de Madrid. Noviembre 1909.
Jornadas de juventud.
de pasión y de desesperanza.
Jornadas de ansia de eternidad.
de deseo de perfección moral,
de peregrinaje espiritual.
de comunión con el supremo ideal de la Dellexa.
Jornadas de la gloriosa epopeya humana.
A mi esposa
PAULA FRAGA DE FREIRÉ
¡!;
DAS
fW i
8
VALORES
Tenga quienquiera su afecto hacia el oro,
guste cualquiera la vida y su boato ;
yo, eu justo medio, guardar sé mi trato
como el que guarda un inmenso tesoro.
Ruede a las bolsas el disco sonoro
con tintineo de espasmo barato ;
ruede, que siento yo en rodar más grato
las onzas del alma que tanto avaloro.
Haga el mal arte del juez la delicia.
maquine el político, falle la justicia,
el médico juegue con la enfermedad;
que yo en la montaña conservo en mi Arca
los remos, las velas, que equipan mi barca
que esperan el vuelo de la Eternidad.
9 —
EL SONETO
De la gloria del mundo aquí olvidado,
quizás del genio soy la luz potente;
el rayo del amor seré que, ardiente,
sin hallar conductor duerma ignorado.
Hoy, de la soledad enamorado,
en esta altura me dejó un creyente ;
no temo no de aquí al indiferente,
irás alto me he de ver aún a su lado.
Cual fósforo que al aire parpadea,
la estrofa que señala mi figura,
al necio turbia, mas, brillante al bueno.
Soy la amalgama que el poeta emplea
al modelar su mente la escultura,
que a golpes talla su fogoso seno.
11 —
NO HABER NACIDO PAJARO
Es claro que a ninguno le interesa
que, al llegar al oasis de la vida
pretenda dar reposo a la cabeza
que lleva un alma por demás vivida.
Pero no estoy caído, no. que siento
la lava ardiente que en mis venas corre
no daré tregua al cazador sediento
que por bebería el ámbito recorre.
Mi cuerpo posará sobre una piedra
pero hacia las regiones eternales
ascenderá mi alma, cual la hiedra
se yergue hacia la altura sin puntales.
Embolo de la vida, sube y baja,
transportada en alígero Pegaso ;
y no halla en su carrera más ventaja
que escanciar la amargura de su vaso.
— 13 —
Solo siento en mis ansias infinitas
no haber nacido pájaro: pues ave
ú fuera, con las páginas escritas,
formal ale al pesar cómoda nave.
Que el Dolor, del poeta es compañero.
y brilla entre sus sombras más que Sirio
y haciéndole sentir, es el primero,
que la palma del vate es de martirio.
No haber nacido ave, y en un vuelo
lanzarme a las regiones más remotas;
y arrancar al Misterio, de este suelo,
las leyendas pretéritas e ignotas.
Y sembrar la semilla bienhechora,
del alma humana hasta lo más profundo ;
que diera a la esperanza redentora
vida otra vez sobre la faz del mundo.
Y de Moisés, Platón y Jesucristo
eclipsara la gloria mi deseo;
que como estoy seguro de que existo
la igualdad de los hombres en mí veo.
— 14 —
No haber nacido pájaro; que, luego.
de inspirarme en la gran Naturaleza,
sintiendo en las entrañas su alto fuego,
entonara radiante marsellesa.
Y aunque sé que a ninguno le vá nada.
mi rebelde expresión y mi congoja
en la lucha vital del alma airada,
es de la espada la cortante hoja.
— 15 —
FE
Cual roca solitaria del mar hondo
que al serenarse el huracán, erguida,
alza su pico reclamando vida,
así mis versos surgirán del fondo.
Dentro del pecho lo que tanto escondo,
no sé si gala o vanidosa herida,
pujante hoy rasga prevención mentida
y al centro de la luz vira en redondo.
Con airada expresión la fé me alienta
y confiando en los plomos de la Imprenta
el vate dá a la vida su embeleso.
Perdón, si cual tributo de victoria
estampara en la frente de la gloria,
de amor terreno, un ardoroso beso.
— 17 —
HERIDO
Es mi temperamento tas curioso
que se solaza cuando lo han herido ;
y en vez de ser su voz, débil quejido,
es la grata expresión del alborozo.
Cada llaga que guarda, es el glorioso
retazo de la vida que ha vivido ;
la que si para algunos es olvido,
para mi humana obra, es un esbozo.
Como es su fé la que orgulloso ostenta,
la vanidad del nombre en poco cuenta,
devolviendo si puede, bien por mal.
Y si a golpes transita por la vida,
sigue al golpe la luz; así mi herida
tiene la esplendidez del pedernal.
— 19
LA VISION DEL POETA
Abiertas las cortinas del Oriente
Las dulces aves su venir saludan
Al rubio Febo, que en su carro de oro
De la tierra, amedrenta la penumbra;
Y en ella esparce sus dorados rayos
Dándole vida por doquier la cubran.
Las graciosas nereidas, de las aguas
Del arroyo, se vuelven una a una
Y en sensual desperezo se abandonan
De la orilla del mar en las espumas.
Atónito al mirar tanta grandeza
Me convidó la arena en sn blancura,
Y en ella descansé, cual en un lecho
Pudiera hacerlo de mullida pluma.
Entonces la visión que me persigue,
Llenando el pecho de mortal tortura,
Cuando el insomnio mis pupilas abre
Al frenético son de la locura,
Con el ropaje de vestal divina
Y en la aureola de brillante bruma
Vino hasta mi sonándome sublime
La música de un arpa con dulzura :
— 21
"Triste poeta que coh tu lira,
Errante canias, a quien suspira
Su laigo duelo,
Mientras el ciclo
Juega engañoso con tu pasión
Oye mi voz;
\ engo al llamado de la esperanza
Porque del cielo ya la venganza
Que lastimaba tu orgullo vano
Hoy bondadoso. El soberano,
Te perdonó.
"Sigue virtuoso por la ardua senda,
Que allí sentado, quien te comprenda
Será a tu lado
Báculo amado
Que al peregrino dá su vigor,
Será el amor.
Y él de la orilla de aquel camino
Cogerá flores de olor tan fino
Que la memoria de lo pasado
Será aquel cielo que ha disipado
Fuerte aquilón.
"Canta si quieres, tierno poeta,
De amor sagrado tan honda veta
Con noble verso,
Que el universo
Si tu lo empeñas con alto honor
Te hará señor;
Quizás la Fama, de los vergeles
Que el cielo guarda, pondrá laureles
¡Sobre la frente de la que* ama
El que su trompa feliz proclama
"Este triunfó".
22 —
Así que las notas se fueron perdiendo
Cesado el cantar,
Aquella fantasma metióse en las brumas
Del día al cerrar;
Y allí dirigiendo su voz a mi oído
"Yo soy el amor,
"Ay, pobre el que suelta su vela a la brisa
"Que oculta el furor"
Volví de aquel sueño tan grato al principio
Tan triste después,
Y en una sonrisa cubrí mi amargura
Y al cielo clamé :
¿Por qué entre las olas del mar de la vida
Me hiciste bogar,
Llenando la playa de dulces promesas
Que no he de alcanzar?
Y al ver el naufragio que ya me amagaba
Te alejas de mí
Diciendo "Es quimera, la bella esperanza
Que ha poco, te di"
Descubre si quieres mi negro destino
Aun tengo valor,
Yo todo lo sufro, la cruda certeza,
El engaño, no !
— 23 —
Como en festín sacrilego, ias nubes,
Llegado el sol a las postreras horas
Parecen complacerse, sn faz cárdena.
Crueles cubriendo con tupida sombra;
El lejano rodar del ronco trueno
Semeja el portavoz de extraña gloria.
A trechos, el relámpago dibuja
Con vigorosa mano que me asombra
El descarnado espectro de la muerte
Que en el Poniente lúgubre se asoma.
Las aguas, que jugaban en la arena
Mandando sus espumas en las ondas
A halagar las nereidas, que ya huyeron,
Vienen y van ante mi pie furiosas.
Tal se asocia natura a los hechizos
Que mis visiones gratamente adornan.
— 24 —
FALSA VIDA
Llega la concurrencia con paso mesurado
a la sala del cine, cual si fuera en un templo;
madres que con sus hijas van tras de un buen ejemplo
o de cualquier ingenuo que les dé al fin estado.
Bate el fiero pianista su trote en el teclado
que acaba por cansarme del drama que contemplo;
mientras mis pobres nervios angustioso destemplo,
la niña se desmaya de pena a nuestro lado.
Acudo con presteza, aflojóle el justillo.
más ella en el doncel, me troca, del castillo,
y me dice muy quedo: "No apretes, por Dios ¡calla!"
Yo callo ¿quién lo duda? Pero el drama ¿no es eso?
pues mientras nuestro idilio termina con un beso
emerge con crudeza de la blanca pantalla.
— 25 —
ESTOICO
Cuando la Noche con sudario frío
La Tierra envuelve que el reposo anhela;
Mi espíritu, que insomne siempre vela,
Se abisma en otro mundo más sombrío.
Un duelo en su perpetuo desvarío
Muy grande vive en sí que le desvela,
Y corre hacia el Amor (pie le consuela.
Como a la mar ei solitario río.
Inútil busca la ilusión ansiada.
Pues al mirar su forma refulgente
Vuélvese en niebla, y como niebla, en nada.
Así de este calvario, penitente,
Voy tranquilo ganando la jornada
con la rabia en el pecho, y sonriente.
ENSOÑACIÓN
En el constante ensueño
Que me hace ser poeta
Vá mi genio vagando en otros mundos
En busca del Amor y la Belleza.
Y como la barguilla
Que en la mar juguetea.
El corazón prosigue en la esperanza
Bogando en pos de la ilusión que anhela.
i Tú 1p darás auxilio
De ese mar. la sirena.
O según tu costumbre harás traidora
Mostrar la dicha en que después se pierda?.
— 20 —
Cesa tu dulce canto
Que su ritmo me apena;
Deja al agua las conchas, que mi lira
¡Sabrá tu voz acompañar espléndida.
Y entonces a tu lado,
Sentado por la arena,
Arrancaré las notas más sublimes
Que guarda un alma que el amor consuela ;
Y las ninfas curiosas,
Traerán placenteras
Al ver al triunfo sonreír mi dicha,
La blanca espuma que las ondas llevan ;
Y brindará sus ramos
Florida, la pradera,
Que aquellas con el vuelo de la danza
Perfumarán la flor de tu belleza ;
Y en amor embriagada
Posarás tu cabeza
Que beso yo en mis crisis de amargura
Junto a la mía que el ardor enferma ;
— 30
Y dejarán tus labios
Que en la delicia sueñan,
Vida feliz a un alma desgraciada,
Y en mi boca, la miel que ellos contengan.
En el constante ensueño
Que me hace ser poeta
Va anhelando el deseo despertado
El rico edén que tu beldad presenta.
— 31 —
ELEGÍA
A J. C. Fernández
en la muerte de su hermano.
Ignora siempre la tranquila nave
Si al ciar al viento su moreno lino
Benigno el tiempo, mostiaráse o grave.
Así, confiada, parte de contino
Al vasto mar que su esperanza fía,
Siempre la tumba abierta en su camino.
La playa deja que feliz tenía,
Playa que en alas de aromoso viento
Hoy último su adiós triste la envía.
Resguárdala, ¡ oh, Señor ! que el movimiento
Modere, al arrugar del océano,
La faz traidora, el Aquilón contento.
— 33 —
Si fué que un día la llamaste en vano
A buscar realizada la Esperanza,
Pií asa que fué su corazón humano
Débil, al fin, a quieta bienandanza.
Las patrias playas la aferraron fuerte
Do olvidarla la hicieron Tu venganza.
Más, no la gloria bordará su Suerte
Cual ha bordado la de aquel que canto.
Cuya lumbre avivó dura la muerte.
Duélate, ¡oh. Parca! mi leal quebranto,
Aun cuando el gozo tus. entrañas llene,
.Mi dulce ser guardándolo entretanto.
Advierte que mi pecho no contiene
Ya aquel suspenso amor que te admiraba,
Pues solo es el rencor lo que hoy me viene.
Mi musa que en tu duelo reparaba,
Con noble inspiración, enternecida,
A tí, ¡oh, amigo! su consuelo daba.
— 34 —
Ella que oyó del Pindó presumida
Subir la estrofa a los etéreos lares
Por apócrifos genios de esta vida,
Al Olimpo ascendió, y en sus altares,
A Júpiter depuso su secreto
Do al término acabó con sus pesares;
Y hoy a cumplimentar su alto decreto
l^ue afronta sola a la asombrada gente.
El canto ensalzador será su reto.
Asaz es la virtud, grande y valiente,
Por más empuje que la torpe envidia
Despliegue ante su bien dulce y potente;
Y es alto galardón si en dura lidia
Yencer consigue la virtud al dolo,
Mas. ; siempre triunfa la inmoral perfidia !
Grande es su imperio, pues que desde un polo
Al otro polo por el mundo impera,
Aunque su ambiente miserable es solo.
— 35 —
Eterno el cielo, que es la senda vera.
Entre laureles de inmortal verdura,
A aquella acogerá tras su carrera.
¿Qué más consuelo dar del alma pura
A quién sin él mirábase olvidado,
Al (¡nejarle al destino su amargura7
Al débil queden, triste, afeminado.
Del llanto el desahogo pasajero
Y el mostrarnos su pecho lastimado;
Y quede en tí perenne el son postrero
Del criterio mundano que decía
Viendo en sus juicios un dudoso esmero :
"Cuando con pasmo su talento vía
Sereno, humilde, remontar la altura,
Sintió mi envidia tan mortal pavura
Que quiso hacer la Noche y le hizo el Día".
— 36 —
UN VASO DE CERVEZA.
Vá se agita en mi vaso, como santo tesoro,
el filtro de los sátiros de cebada y de alcohol;
y visiones fantásticas vanamente desfloro
sin hallar arquetipo que me entalle mejor.
Una mesa, un amigo, un corazón de oro,
una idea sublime de moral o de amor;
una orquesta que irradie con su encanto sonoro
desde el fondo del pecho un mágico temblor.
Nada el ente morboso, de su letargo insano,
— luchando el alto espíritu con asco sobrehumano—
consigue con su arte vaciar en mi troquel.
Que este troquel es vaso que Fidias ha esculpido
y es de mis ambiciones hospitalario nido
que cobija del alma los polluelos del bien.
— 37 —
ELLA
Dá sus cinco sonoras campanadas
incansable el reloj. La inhábil mano,
servil secuaz de mi cerebro vano,
teje en el block ideas extraviadas.
El Amor con sus alas perfumadas,
la Pasión con su impulso soberano,
el Saber, la Ambición, del ser humano
espectros son, que esfuman mis miradas.
En mi vida interior tengo el consuelo
de que aquella que guarda mi desvelo
y mi sufrir eternamente espía,
me recuerda también "que yá es de día"'
"que se me está poniendo cano el pelo",
"y, que, en su corazón, no hay agonía*'.
— 39 —
MI NUEVA RELIGIÓN
Vuela, vuela, ambiciosa mente mía,
vuela, que no hallarás más que dolor;
vuela, trayendo para el nuevo día
la nueva religión.
Dile a los hombres tras tu gira ansiosa
que has sufrido cual ellos un pesar;
que al nido vuelves, ave codiciosa,
huyendo al huracán.
Las tablas de la ley yá están escritas
no son las que adoraba nuestra fé
son las que en sensaciones infinitas
nos habla nuestro ser.
Un cadáver no más. fueras ¡ oh, mente !
al no darte la vida el corazón;
fuera Dios un cadáver si viviente
no lo hiciera el amor.
Que es, del pecho, la batalla ardiente,
más grata sensación de su existencia ¡
que la pasión que sufre es la evidente
muestra de su creencia.
Tanto anduvo mi mente por el mundo
(pie anhelaba su objeto y lo encontró
fué en pos de algún consuelo en lo profundo
y halló su religión !
41
EL DOLOR DE JESÚS
Vi alzar mística y sola, de Jesús la figura,
sobre el vasto teatro de mundial anarquía ;
y revelando ingenua su alma grande y pía
un gesto contraído me mostró su amargura.
Soy luz del Universo, soy luz de su cordura.
soy la luz que dimana la Bondad y Armonía ;
soy la luz que obscurece a la del propio día.
soy la luz que el instante del pecador apura.
Pero no sé encontrar ni la expresión ni el nombre
de lo que, pobre iluso, a gritos clama el hombre
para que le enderece su tan torcida suerte,
Dijo Cristo : y el Gólgota, contestó con sarcasmo
despertando a los siglos de so letal marasmo:
— La paz, no es de los hombres ¡ La paz está en la muerte
— 43
DRAMA
Revuelta está la alcoba de infantiles hazañas,
la alcoba que de ensueños tiernamente decoro ;
cuando con ansias locas los besos atesoro,
de mi hijo. que define sus graciosas patrañas.
Dice la madre al niño: — "Hijo de mis entrañas
vete a dormir, yá es hora, a tu camita de oro;
jTJn beso? sí ¿otro más? ¡oh, mi santo tesoro!
¿que te deje me pides? con tus besos me engañas.
Te prometo al dormirte, cuando termine el rezo,
la historia divertida del "Pájaro travieso"
que huyó de su jaulita pensando en su mamá.
Y estando aún en la falda el tuno del muchacho
atento a lo que oía, dijo sin gran empacho :
— "Eso yo no lo haría, no lo quiere papá".
— 45 —
A UNA ESTRELLA ERRANTE
Cuando te miro desprender del cielo
Eclipsante de luz, ardiente ansio
Imitar tu lucir, desde este suelo
A la gloria lanzando el genio mío.
Más, no quiero seguir tu triste suerte,
Que hoy abisma en mi ser el pensamiento ;
Si así tan pronto ha de acudir la Muerte
Despreciaré a la Fama el monumento.
¡ Cuántos siguiendo esa escabrosa vía
Destrozado el espíritu lo intentan !
Mientras dan de su numen a porfía
Todo el fulgor que en su ilusión sustentan.
Pero Aquel que a estas ansias se antecede
Un límite trazó, que a repasarlo,
El mismo impulso que su furia, excede
El mismo impulso, tenderá a acabarlo.
Eres cual la esperanza, con que abriga
La alegre juventud sus corazones ;
La que alimenta el de la dulce amiga,
Cuando el fuego vital de las pasiones.
Y cual ella fugaz tu brillo es nada,
En la solemne noche misteriosa ;
Mueres así de tu esplendor rodeada,
Nada quedando de la luz pomposa.
— -Í7
Así nació en mi pecho aquel destello
Que con tanto dolor aún hoy me abrasa ;
Que con harto pisar lució tan bello
Que <U'jú sobre su ara la esperanza.
Así murió, también, del leve instante
Al término apurado y dolorido;
Con la admirada estela, tan brillante
que en todo su fulgor se ha consumido.
Yo te adoraba como adora el niño
La candidez que vé en la mariposa;
Pues como en él brotara en mí el cariño
Al ver la semejanza portentosa.
Cruza que a mi me encanta tu grandeza,
Cruza la inmensidad del firmamento;
Que aunque la Vida para tí es pobreza,
Llevas la fama a la ilusión y al viento.
Cruza, cruza no más, yo te bendigo,
De mi tranquila soledad saliendo;
Siempre yo te amaré seré tu amigo,
Ya ves que el corazón te voy abriendo.
Salve así pues, estrella desgraciada.
Sitmpi*e aquí habrá quien llore tu existencia;
Quien, compasivo, a lo alto una mirada
Dirija al presentir tu triste ausencia.
Y al mirarte otra vez cruzar el cielo
Eclipsante de luz, el genio mío,
Ya no te envidiará, sino que en duelo
Hará brotar de lágrimas un río.
_ 48 —
LA MURGA
El cielo está de luto. Cae una lluvia fina,
fina, cual la evidencia de algún cruel desengaño ;
la Aurora, encapotada, previendo el dulce baño
se arrebuja en cojines, donde aún Febo se inclina.
Suenan las campanadas de una iglesia vecina
en alegre repique llamando su rebaño ;
y eu empírico goce, libres de todo daño,
cuatro sombras se escurren por la próxima esquina.
Así, al pronto, es difícil adivinar su oficio
al grupo agazapado, de aspecto tenebroso,
si bombas son que enfilan al M^p .frontispicio . . .
Cuando atruena la calle un himno fragoroso
que me dá enhorabuena, de más grato momento,
mientras mi alma clavan sus puñales de viento.
49 —
TRINO
Soy ave fugitiva de otras edades
que en alas inspiradas sublima el viento ;
que de los sueños, ama las soledades
que encierran las dulzuras de un cruel tormento.
Que gusta la tristeza del camposanto
en las calladas noches sin luz ni estrellas;
y en un ciprés amigo, volver al canto
del fúnebre recuerdo de sus querellas.
Que, cernida en su vuelo, sobre el palacio
en que el fuerte disfruta su poderío;
no hay rey que la domine bajo el espacio
en tanto entre perfumes murmure el río.
Que en el sencillo trino, que Amor le inspira
modela las leyendas del infinito ;
y la divina esencia que de él aspira
consuela y reconforta su ardor contrito.
51
Que adora las virtudes de la azucena,
si tímida doblega su esbelto talle;
al ver que con susurro de larga pena
traidor la cérea el viento del hondo valle.
Que vive sin sosiego y ajena al mundo
buscando la esperanza que minea asoma;
mientras dice el Destino, grave y profundo:
— Canta avecilla, canta, por tu paloma.
La pérfida, a aquel nido que tanto amaba,
pajita tras pajita le fué robando;
mientras yo de mi pecho que ello, ignoraba,
con las fibras más dulces lo iba bordando.
Nave soy. (pie. en los mares de las visiones
impelido del viento de la esperanza,
dejo estela profunda con mis canciones
aunque sé que me alejan de la bonanza.
— 52 —
SE HAN BURLADO HIJA MÍA
S • han burlado, me dices hija mía,
ayer tarde los mozos de la tienda;
y he comprendido que de allí la venda
de tu inocencia al lodazal caía.
Una risa nerviosa contraía
mi ser, que raya tu segura senda ;
y, aunque este impulso por demás me venda.
diré que un bien en esa burla había.
Juega el niño, aún al borde del abismo:
y a punto de marchar a un cataclismo
el aire libre, en vaguedad, le advierte.
Así niña, hija mía, te ha salvado
el misterio que llega revelado
en las alas sutiles de la suerte.
53 —
TROVA GALANTE
Quizá tu móvil fué ¡oh, dama herniosa!
(y aquí perdona por favor mi duda),
que en vanagloria te halagara aguda
la musa que en mi amor salió ganosa.
He de advertirte, estrella esplendorosa,
que a la voz de la Fama no se anuda
la vil lisonja ; pues perece muda
mi lira, en alquiler de trata odiosa.
No te enfurezcas, ni rencor me envíes,
porque, en verdad, a mí me es muy ajeno.
Solo te ruego no me pidas verso.
Más, oye : los haré, cuando me fíes
en un rincón del pecho sitio ameno.
Cuando me muestres de tu amor lo anverso.
— 55 —
YA ESTOY CERCA DE TI, PATRIA
Cuando en el ansia que arrebata eiega
La ardiente juventud a otras regiones,
Donde buscan su fin las ilusiones
Y en raudo viento tan feliz navega ;
Te vi, gran Plata, altivo y poderoso
Mecer tus olas, y. en bullente espuma,
Ir a las costas de mi patria amada;
Velar con perlas su turgente seno
Y a tu murmullo arrobador, ajeno,
Hacerme de este mundo en tu morada ;
La lira, descuidada,
Volví a mis manos y el robusto acento
De un himno improvisé por tu grandeza,
En tanto su fiereza
Tus aguas me mostraban, orgullosas
De ver mi amor entrelazar contigo,
Antes tan mudo y moderado amigo.
Entonces, fui a la playa, fui al navio :
Y, como aquel, desordenado, loco.
Que al ser que adore, sospechando, sigue;
Volé al fragor de la fatal tormenta,
Y allí te contemplé de dudas lleno ;
57 —
Amando tu furor, odiando al trueno
Qu • «'ii su remedo comprendí su afrenta.
Así como a mis lares los perdía,
El viento, con envidia, me llevaba ¡
Y tu voz. dulce Patria, me buscaba
Y el alma sobre el mar se estremecía.
Dentro del corazón que creí muerto.
A poco, un gran -dolor vino a punzarme
Con el recuerdo de otro bien perdido;
Y juré por tu amor nunca tan cierto,
Ceñida unión y celestial cariño.
Aun cuando el infortunio malhadado,
Me arrastrara al confín del Universo
O a eterna proscripción fuese llevado.
De nada me valió tal juramento
A aplacar el enojo de la suerte.
Era tarde, ay de mí, — Vuela ambicioso.
Vuela, me dijo, a los remotos mares
Que hoy el destino te trazó la huella.
Y al destino tu estrella
Negará ya su luz, que amor y dicha
Desde su seno pródigo brindaba.
Huye, ingrato, infeliz, huye no vea
Jamás, la vista tuya, el sol ardiente
Festejar la mañana
Con su pompa esplendente de oro y grana
Desde el cielo purísimo que encierra
Con marco azul su espléndida hermosura.
Mire el vasto arenal de la fatiga,
Que adorna por doquier la tierra extraña :
— ób —
Y la savia que corra por tus venas,
De ese suelo, al brotar el seco arbusto
Y al dar el negro pan de la limosna,
Apocada ha de ser por la amargura
Cuando maldigas tu afición y gusto.
¡Horrible maldición! ¡Cruel profecía
La que la patria en su despecho daba!
Aquel caos, para mi desconocido,
Agitó más y más la superficie ;
Y mi pobre bajel, ya vacilante
Al furioso vaivén de tantas olas
Que en tragarlo, voraces, se estorbaban;
Fué a arrojarse, anhelante,
A las playas que ha tiempo me esperaban.
Un año, y otros más. nunca bastaron
A calmar mi dolor. Mientras tu imagen,
Oh, cara Patria, a perturbar venía
Mi agitado reposo. Y entretanto,
Era mi ser, en su vejez temprana.
El que como la flor de la mañana
En un antro de nieblas no vivía.
Pero tuve un consuelo ¡
La que a Beatriz imita en los amores
Llegó a mi lado, como don del cielo,
En alas de su amor tierno y sublime.
Ella. Isabel, la musa venerada
En el altar de mi niñez florida
— Ama. me dijo, ama mi recuerdo;
Que. aunque, mujer, no pueda ya ser tuya
Mi alma será tu aurora, tu esperanza.
>í) —
Rayo de inspiración, divina gloria
Que a Dios te guív en inmortal bonanza.
Y «i su labio atendí con gian respeto
Y I endije en mí pecho su memoria.
; Qué vuelta dan los tiempos a las cosas!
Ayer era mi pecho el (pie. amoroso,
Como volcán «pie su interior revienta
Hálitos de placer y de ventura
Dejaba derramar sin avaricia.
Hoy ya. del fuego del feliz pasado,
Solo restan cenizas que me ahogan.
Si es para recordar como consuelo.
Tan triste gracia cual depara el cielo.
; A qué tan cara la bondad divina?...
Humillado ante El. por su capricho.
Clamando de dolor; sin la conciencia,
De lo que pueda ser cierta la dicha,
¿Qué aguardo en mi prisión?.. ¡Pobres jirones
De la doliente humanidad maldita !
¡Bogad, bogad en vuestias barcas rotas
A unas promesas por demás remotas !
Isabel, mi destino. Aquel, pasado;
Mi presente es este; el (pie me sigue
Con sostenido afán y malquerencia.
Por eso canto en tí Patria querida
La viva encarnación de un imposible ¡
Por eso voy sin esperanza alguna
A acibarar aún más mi ingrata vida,
Renaciendo las muertas ilusiones
Que me dejaran en mi triste cuna.
60 —
¡ Ya estoy cerca de ti Patria adorada !
Blandas, las olas de tu mar br'.osa,
Rizadas por la brisa matutina
Arrastran mi bajel. Y yo, encendido,
Confiando en la bondad que me demuestran;
Corro a cantar con mi maltrecha lira,
El himno en que aún respira,
Al gran recuerdo de mi amor transido,
El bien eterno que en los dos reposa.
¡Oh, cuanto es mi placer! Pues al mirarte
También, que me perdonan.
Las campiñas sin par que te coronan,
Parece <"jue me dicen halagüeñas
Agitando sus árboles frondosos
Que otro tiempo mejor me despidieron;
En tanto, (pie, la duda
En su mortal angustia y su sospecha,
Con mísera osadía,
Pretende aún quebiantarme ;a esperanza
Que en bienaventuranza
A raudales me baña de alegría.
61
RESURRESIX
Del alma ya apagados los ardores
y de la edad marchita la esperanza,
con duda y con dolor al fin avanza
mi vida, que es nidal de sinsabores.
Por más que acuerdo las pasadas flores
que tuviera en ensueños de bonanza,
solo siento punzar, en mi confianza,
espinas de sus tallos vengadores.
Más hoy te veo. y mi alma dolorida,
halla al mirarte un celestial consuelo j
tu pasión dá a mis ansias nueva vida.
La nube, que anunciara tanto duelo,
deshecha en mil jirones es barrida ;
y en mis ansias ya está límpido el cielo.
— 6:
AMADO ÑERVO
Es blanca tu alma, hermano! Alba como el armiño;
que arranca en sus dolores la punzadura espina ;
y que en vez de aprestarla para otros, con inquina,
la esconde en su envoltura con la bondad del niño.
Con la lira que pulso, libre de ajeno aliño,
desplegando la enseña que jní fé determina,
cual fuera tras de Aquel la grey en Palestina,
sin conocerte, quise seguirte con cariño.
Pero ¿Qué es eso? ¿Te llega la triste, fatal hora,
y hundes, yá en el Piélago la desmedrada prora
pidiendo que la animen nuevos rayos de sol?. . .
Mientras las nueve Musas entonan funerales,
yo. elevo tus estrofas, de albura celestiales,
que forman un sudario para tu corazón.
65 —
A LUCILA
Di, ¿qué valen Lucila
Para tí mis afectos
Si ellos van descarriados
Doloridos y enfermos?
Cuanto lloro su infancia !
Como acuerdo sus sueños
Hoy que lleva mi paso
Maldición del averno!
Cual las hojas vistosas
Que arrebata el invierno,
Así van sus halagos
Así van mis recuerdos.
Pues vistió a Primavera
Dios ropajes tan tiernos
Que en sus galas al hombre
Muestra siempre cual fueron.
Ven, reposa tranquila
Con amor en mi pecho
Y ahuyentamos las penas
Y tornemos serenos.
Yo quisiera, del mundo,
De su vida el secreto
Desnudarlo y que vieras
Cuan su arte es perverso.
— 67 —
]\Iás, ca vilo, y mudando
Esa idea al momento,
Vuelvo a tí las caricias
Y feliz te contemplo.
Ven, Lucila dichosa,
Ven, confunde en un beso
La ilusión que nos une
Y mi duro tormento.
Y si quieres amiga
Que no olvide yo eterno
I >e tu cuerpo el donaire
Y del alma el concepto ;
No pretendas, curiosa,
Te quebrante el silencio,
Yra que solo pesares
Alimenta en su seno.
Porque triste y quejosa,
Yo no quiero que, luego,
De mí apartes tu planta
Y me tuerzas tu afecto.
Feliz duerme Lucila
De inocencia en el sueño.
¡ Quién pudiera trocarle !
¡ Quién volviera a tus tiempos
— 03
AEDA FILOSOFO
A José Ortega y 6assct
Su dedo es un pincel, que dá trazos de muerte
a esta grave existencia de dudas y rencores ¡
y al brotar la alegría, donde yacen dolores.
cual Verbo de Judea marea al ser otra suerte.
Las imágenes radian desde su numen fuerte.
trayendo el '"gay sentir*' con nuevos resplandores;
una espada amenaza, pero está envuelta en flores,
nuestra dura conciencia en placidez inerte.
Con claridades lógicas vertiendo su experiencia,
desaloja las zarza- del camino, a la ciencia;
y brilla, soberana, la hermosa luz del día.
Y el despreciado vate, por loco visionario.
desde un ámbito a otro como un gran incensario.
desparrama la gracia de su filosofía.
CU
SOLO ADORANDO
El labrador, su afán en la esperanza
y la mirada dirigida al cielo;
trabaja como nunca el rico suelo,
lleno su pecho de feliz confianza.
Y al ir a recoger, de su labranza
el fruto que soñara en su desvelo;
percibe con terrible desconsuelo
del hado rencoroso la venganza.
Así, al copiar los tonos de la lira,
mi pobre corazón se vio dichoso
creyendo que trazaba su poema;
Y adivinando la brutal mentira
juró al Amor ser siempre silencioso,
solo adorando su inmortal emblema.
— 71 —
ESPECTROS
La vela dio sus últimos suspiros,
y un estremecimiento, y, se apagó ;
como en el cuerpo el alma al despedirse
acalla el corazón.
Con las tinieblas densas de la noche,
la estancia en que moraba, se llenó;
y mi frente, febril y dolorida,
taciturna quedó.
Descansaba en el brazo mi cabeza,
donde un volcán había en erupción ;
mis ojos, exaltados, de sus órbitas
sondeaban el dolor.
En esto, cosa extraña, por la estancia
fué esparciendo odorífero vapor;
y sentí por los miembros ateridos,
grata, una sensación.
Y, luego, fui perdiendo de los hechos
y de las cosas, la real noción;
y soñé con grandezas y miserias,
de todo en confusión.
73 —
Un rudo demagogo nos mandaba,
imponiendo sus leyes con pavor;
vi proletario, poderoso y rico,
odiaba a su ex-señor.
La Ley que el mundo sancionó al principio
y que del hombre enfrena la pasión;
rota, por la avalancha del orgullo
humano veía yo.
La Pasión, no existía ni de nombre,
nadie sabiendo lo que fué el amor:
y la familia, la ambición unía,
que el Mal era su dios.
Y en una larga cinta cenicienta,
aquella racha de infernal ciclón;
tejió macabra danza en torno mío
creciendo mi terror.
Horribles calaveras machacaban
haciendo resonar sordo tambor;
y con extraños gritos guturales
formaban su canción.
De pronto, cual la escena de un teatro
que con un lienzo cambia la ilusión;
disuelta en humo, la legión aquella,
en dudas me dejó !
Entonces, una aurora, que oro y grana
coronaba su mágico esplendor;
insistente a mi espíritu mostraba
un sitio que miró.
— 74 —
Era un verjel de primorosas plantas,
armónico y variado su color:
donde nada faltaba, ni el gorjeo
del tierno ruiseñor.
Una niña, que apenas quince eneros
tornearan su talle eimbrador;
descendía del monte a la pradera
con aire retozón.
Un galán de su edad, que la seguía,
entonando las quejas de su amor;
sobre la pura frente de la bella
azahares colocó.
Ese es el fiel retrato de otro tiempo,
dije, del tiempo en que mi amor nació;
cuando la dicha para mí era tanta
y tanta mi ilusión.
Disperté placentero, y aún a oscuras,
contemplé luminosa la visión ;
encendí una cerilla, y, al instante
la expresión de la dicha se apagó.
— t o
EL MATÓN
Con rostro donjuanesco, bigotazos en punta,
en el aire ese garbo que ustedes siempre ven;
la visual sondeante, que fácil ñus trasunta
al pechador insigne, huérfano del vintén.
En ágape infecundo, él, subyuga a la junta,
y con sus añagazas resulta su sostén ¡
mientras el mozo .sirve, hábilmente pregunta :
— ¿Cuánto es lo que te debo? Paga, que volveré.
Con gestos de amenaza y frases bien medidas.
valora en el concurso el precio de las vidas
augurando el despliegue de algún feroz burdel.
La gente se acoquina, hay un rodar de mesas,
las copas, las botellas alcanzan las cabezas,
y todos se preguntan en donde estará él. . .
77 —
LUCHA INTERIOR
Qué triste que está el día ! Lo recuadra una bruna,
cenicienta atrofiante claridad de la tarde;
el Invierno tirita, mientras mi pecho arde
en el fuego sagrado de ilusióu importuna.
Ansia mi alma extraña, el vivir sin ninguna
de aquellas buenas cosas de que el hombre hace alarde;
cuando ante la Virtud se remeda cobarde,
por conseguirla, aleve, con criminal fortuna.
Brazo a brazo luchamos sin tregua, ni esperanza :
ella, por imponerme su argumento de vida,
y yo. por elevarme en mi ensueño ideal.
Y a través de las brumas que agitan mi bonanza,
descubro el aleteo de la garza ya herida
y en mi alegría, triste, entono un funeral.
NUNCA SERÉ INSTRUMENTO
; A qué deeir que e] mundo
Todo es engaño, es ilusión, quimera.
Si en él obras fecundo
Gozando con su gala pasajera .'
i A qué lanzar al viento
En mustio y largo chorro triste queja,
Si acopias el contento
Que los dolores diligente, aleja .'
Cortemos ya la farsa :
Que, víctimas, creíste en tu flaqueza
Forma sernos comparsa.
¡Desnudemos al vulgo tu vileza!
i ( 'reías por ventura
Fiado por demás en el oficio
Que no fuese aventura
La eficacia del sutil artificio?...
¿Que, chicos inocentes.
Ante la necedad de tu mentira.
Fuéramos a las gentes
A decir, es tu pecho el que suspira .'.
— SI
Si amases cual repites
Ocultaras mejor tus sentimientos ;
Renuncio ¡i que me cites
Desde yá 1u pasión y sus tormentos.
Renuncio sin disgusto
Tu leal amistad, prefiero solo
Perecer con mi gusto.
¡Desprecio que me halagues con Apolo!
Si el acorde mi lira
Rompe sublime en armonioso estruendo,
Y el público delira
El avaro laurel mi sien eiñendo;
Aunque tu me encomiendes
Compartir con la gloria yo no cedo,
¿Con qué así la pretendes
Y procurarla se te importa un bledo .'
El medio es tan sencillo
Que hasta yo que, ignorante, di en su vuelta,
(iba a llamarte pillo
Cuando eres necio, su moneda suelta).
De hoy ya rompo mi lanza
Levantada en tu faz la vil careta ;
Abate la esperanza
Nunca seré instrumento de tu treta.
82
UN BESO
Trémula va la alondra a la floresta.
a derramar sublimes armonías:
trémula vá. mi alma, de alegrías
cantando coplas que su ardor le presta.
Y al dualizar en tan solemne orquesta
pasando gratos, placenteros días,
sirven al genio de galantes guías,
endulzando las hieles de su gesta.
¿Cómo operóse el celestial conjuro,
si ajeno estaba en mi vivir, seguro,
de la rauda pasión al embeleso?. .
La alondra fuiste tú ; y yo. el oído
del sordo recobrando su sentido.
al estallar entre los dos mi beso.
— 83
YO SOY LA ROCA
Yo soy la roca que en el mar rugiente
Soporta del Embate la fiereza ;
Yo. la coraza soy de la Entereza
Ante tu lengua de mortal serpiente.
Si he sido a tu calumnia indiferente
La falta lo dirá de mi extrañeza ;
Por donde fui. subida la cabeza.
El polvo do empañó mi ruda frente.
Podrán las nubes, un momento solo,
L'nir sus filas con rabiosa idea
Y ocultar a la vista el alto Cielo;
Que alígero en su Carro dios Eolo,
Ha de rasgar en lucha jigantea
El ruin intento del maligno velo.
6o —
PROFESIÓN
Hoy que amor ya no encuentro en las mujeres
ni en el extraño un corazón amigo;
hoy que hasta a la familia la desdigo
pues rotos vi sns límpidos deberes.
Vengo al nido que sueño de placeres
sic más que Dios como inmortal testigo,
a descansar con la ilusión que ligo
a confortarme al sol de mis quereres.
Ama el soldado de su patria tierra
el pendón, que en la cuna lo bendijo
y lo guía feliz a la victoria.
Amo también, en mi reñida guerra,
de tí, oh musa, el estro que te exijo;
el que de Paz me brindará la gloria.
— 87
NUBES PARDAS
Cuando lo supe
Corrí a la habitación donde espiraba
La virgen sensitiva de mis sueños,
De aquellos que duraron noche y día. ..
Junto a la sucia llama de los cirios
La negra mariposa de mi ensueño
Con lúgubre aleteo se agitaba;
Y en el pálido rostro de la muerta
Ina mueca de horror se dibujaba.
¡ Oh, cuan dulce el amor que ardiente vive
Arrullado entre céfiros y flores!
Con profunda tristeza meditaba ;
Y no el que sigue al acaso su destino
Cual el que ayer mi pecho cobijaba
Sí)
Sentí en su seno el frío de una tumba
Cuando un cadáver guarda en su interior
Y dije: «'1 corazón que me mataste
Cerno fuera dichoso sin tu amor.
Y por probar si solo eran cenizas
Lo que en su tundo triste le quedó,
Un recuerdo feliz rocé con ellas,
Y un rayo de esperanza me alumbró.
Y oí decir a tu querido acento
l¿ue loca se agrandaba tu pasión ¡
Y que mi lira de las cuerdas flojas
Templar quería tu gentil favor.
De súbito miré, que solo estaba
►Sin sangre ni latido el corazón. . . .
Y temí que lo hubieras tú matado
(-nal matan los cobardes: A traición.
— 00
CRÉDULO
AIe mostraste amistad acrisolada.
me llamaste tu amigo y hasta hermano,
alabaste mi cuna, y sobrehumano
tu entusiasmo aturdió con su algarada.
Como después de la tormenta airada
acalla *u furor el océano,
borrando mi desprecio tu aire vano,
de tus lisonjas ya no queda nada.
¿Acaso tu afección es la careta
que oculta del malvado la perfidia,
que avisa al perspicaz el golpe aleve?
Más creo que simulas esta treta
que oculta tu ignorancia y no tu insidia,
para dar largas a tu vida breve.
— 91 —
ROOSEVELT
A MANUEL UQ¿RTE
Extraño ser de inspiración y gloria,
engendro de ambición y de osadía,
venero inmenso de la musa mía,
verbo fecundo de tu patria historia.
Eres eso y aún más, pues la victoria
te sigue con frenética alegría,
basta que asome el esperado día
que guardará tu pueblo en su memoria.
Ha de ser cuando triunfe la doctrina
del gran IMonroe ; y que su mano trace
de la raza sajona el derrotero.
humillada a sus plantas la latina,
Y mi pecho con odio te rechace. . .
¡América del Sur. libre te quiero!
— 93 —
PASTORIL
¿Qué tienes pastorcillo
Que triste está tu cara,
Es que las ilusiones
Llevó la suerte vana .'
Ven, cuéntame tus penas
Que yo con qué halagarlas
Tendrelas abundantes,
Que alivio dan narradas.
¿Me dices contristado
Que tu pastora ingrata
Desecha tus amores
Y acorta tu esperanza?. . .
Xo llores, que en mi pecho
También feroz batalla
Sostienen los pesares
Con su funesta saña.
i Reclamas el consuelo,
Mientras que sola mi alma,
Yaciendo en sus desdichas
Llorando está esa falta ?
Siquiera en la pradera.
Que encuentras solitaria.
Das rienda a los gemidos
Que pierde en sus entrañas.
Y vas junto al arroyo
A contemplar sus aguas
— 95
Y allí sentidas cuitas
El menta, ya pasadas.
Y aunque consuelo tonto (1)
Diga el refrán de manas.
Ves a tu pobre espíritu
Llegar la dulce calma.
¡ Ay. triste pastorcillo!
; Felices los que vagan
Por la tranquila selva
Do mora la ignorancia !
Allí las ilusiones
Más vivas son, más gratas.
Y aún sus contrastes tornan
Al alma la esperanza.
No así a quien, inexperto,
O incauto, de sus galas
De sociedad adora
La virgen regalada.
Pues ya torcida suerte
Se aporta de sus ansias;
Y duele, mentirosas,
De aquesta las palabras.
Ven, pastorcillo y vean
De vida tan tirana.
Alegres divertirnos
Ambos los dos con ganas;
Y olvida tu pastora,
Pastora tan ingrata,
Y oigamos del arroyo
Cual quejas dá en sus aguas.
(I) - Mal de muchos, consuelo úu tontos.
— 96 —
ESPAÑA
[Sonetos dec'amados en el banquete
que se dio en ia Opera de Bs. As. en
honor de los marinos de la "Nautilus"
en s¡i visita al Plata).
Hoy vengo a deponer, madre adorada
Ji'Dto a tu pié sencillas t^tas flores
Que recogió uii musa en los albores
Del cariño a tu historia inmaculada.
En tí ornarán la lira venerada
Que felices pulsaron tus cantores
Espejo del amor de mis amores
Cuna de mi ilusión más sustentada.
Fué tu antiguo esplendor, cual amapola
Que troncha el vendaval, despreciativo
De hallar tanto poder, tanta hermosura ¡
Tu vivirás, no importa, libre y r^ola.
Sin el remordimiento vengativo.
Siendo el amor tu bélica armadura.
— 07 —
II
Clamó la madre España, en su amargura.
Del hijo ingrato al criminal olvido;
Y acallando su amor enternecido,
El cruento vaso de la liiel apura.
Nota su prole la infeliz locura,
Y sintiendo su pecho comprimido
Que la triste lección escarnio ha sido,
Repróchale al amar tanta blandura.
Vosotros, que aportasteis tanta dicha.
Haced que acerque la Justicia ufana
Las palmas de la Paz y de la Gloria
A su frente, arrugada en la desdicha;
Que al fin recogeréis la flor temprana
Que aroma de y color a nuestra historia.
— 99
QUINTEROS
Seres ¡ay! que agostó fúnebre viento,
Como agosta mi pecho su gemido.
Reparad de la patria el triste aliento.
Escuchad el acento dolorido
Con que acude mi musa al cruel instante
Mártir palma trayéndole al caído.
Ved cual llega con paso vacilante
Do la patria, cubierta de crespones
Gime, la muerte al contemplar triunfante.
Unen allí sus tiernos corazones,
Y en mí infiltrando su dolo}- profundo
Veo el brillo perder de sus blasones.
¡ Oh, perfidia nefanda de este mundo
Que a la ambición no estorbas procelosa
Torne, del hijo, el pecho en iracundo!. . .
Va la segur se esgrime rencorosa
En uno y otro bando con denuedo.
Mas digno de otra suerte azás gloriosa.
La madre tiende en amoroso miedo
La lucha a concluir. Pero es en vano,
Que ambos hijos exclaman: — Ya no cedo.
— 101
Rechazado es con rubia por su hermano
El más franco y leal que paz ansia,
Aunque al fin al león rinde el gusano.
Tachado de afrentosa cobardía
Se yergue noblemente de tal lazo,
V protesta con justa b'/.arría.
Aquel Id escucha, y en traidor abrazo
Sella la infamia que alabó el infierno,
Al acogerla alegre «mi su regazo.
— Digno, Dios sentenció, — de oprobio eterno
Al orbe sea. — Y el padrón lanzado
Conmovió las entrañas del averno.
Ya por niebla sombría está velado
El nefario lugar de tanta hazaña ¡
Ya el cuerpo del opreso yace líela do.
El mísero Caín, que el mal entraña,
Tiñe sus manos con feroz ultraje
En sangre, que en dolor el suelo baña.
¿Qué, la Historia su preciado gaje
No ha de otorgar a quien así sucumbe
Aunque del cielo el anatema baje?
j Acaso no es a ella a quien incumbe
Discernir imparcial el lauro amado,
Cuando de aque] la fama acá retumbe?...
— 102
Y no es a ella, también, que en indignado
Estilo, trace maldición horrenda
Que perpetúe el hecho desgraciado?
•Solo a tí bardo nuble y quien comprenda
El sentido concento de tu lira
La justicia abrirá gloriosa senda.
El cantu escuchará que ella le inspira
Su espíritu inmortal estricto y fiero
Y allí suspirará ¿i es que él suspira.
Y llegando la lira al son postrero
Entrambos depondrán de verde hiedra
La corona que acuerde al fiel guerrero
De aquel campo fatal en triste piedra.
— 103 —
TALION
Tú que sientes placer endemoniado
Entre los hombres en sembrar cizaña.
Teme del dispertar la justa saña
Con que por ellos te verás pagado.
La sabia ley que Dios ha sancionad','.
Que al que mal obra solamente engaña.
La cuenta cobrará que por tu hazaña
Te bicistes al Señor tan adeudad".
Entonces, no me llames en tu ayuda:
No puede disculpar mi pecho altivo
Que esconda tu puñal su punta aguda.
Que gota a gota, mientras dure vivo3
Será mi sangre la protesta muda
De] vi] presente que de tí recibo.
— 105 —
EL FÚNEBRE
Termina Carnaval la breve vida
de su reinado, de feliz locura;
dejando en cada labio la amargura
que deja al triste la ilusión perdida.
Por la voz del deber, sobrecogida,
la mascarada su destile apura ;
y por cercana callejuela obscura,
encuentra salvadora su salida ;
Por distinto trayecto se atraviesa
un furgón de hospital. Aquella espesa
turba, aterrada, su presencia advierte.
Y haciendo en el cortejo de cabeza,
como una gran ironía de la suerte
va la expresión de verdadera muerte,
— lüi
DE OTRO TIEMPO
De otro tiempo la dulee sonrisa
Con qué bondadosa mi amor halagabas,
El recuerdo feliz me atormenta
Robando mi dicha, matando mi alma.
; Ay, j Por qué no cesó mi existencia
Del punto en que alegre mi bien, te adoraba?
Es que entonces el cruel infortunio
Veía una víctima en mí va ganada.
Y me dices que el prado es tan bello. . .
Que ríen sus flores de amor con las auras;
Yo do sé lo que a mí me sucede.
Pues todo lo veo con triste mirada.
Su verdura que en tiempos mejores
Mi vista veía, mi labio cantaba,
Es monótono lago tranquilo
Que admiran los ojos, que no siente el alma.
— 109 ■*-
Y hasta el cielo que, azul y sereno,
Crecía ni mi pecho la dulce esperanza;
Ñu estremece en mi don poderoso
Siquiera una fibra, la fibra más santa.
Es nn triste y maldito paisaje
Que lúgubre pinta de amor la palabra;
Ks e] premio que alcanzan los hombres
Amando a los ángeles que no tienen alas.
Ah, ilusión borrase» isa y divina
Que tal me venciste robando mi calma;
¡Cuál te gozas del débil caído
V ahogar sus ensueños pretendes en lágrimas!
En los ratos de dura congoja
(instando del mundo su hiél tan amarga.
Es la imagen de un ser incorpóreo
Quien luego consuela la mente cansada.
Es la imagen que todos los vates
Las ven en los sueños que arrullan sus arpas;
Es la virgen de dulce mentira
Que solo contemplan aquellos que aman.
Es la musa inmortal del poeta
Que Dante en su obra divina evocaba;
ha que ayer yo soñé y como un sueño,
Por más que la llamo nv viene la ingrata.
110 —
ULTIMO
Un baluarte me queda, tierno amigo,
un baluarte no más en esta vida;
es tu fiel amistad que me convida
mi lanza a revolver al enemigo.
Yo, que en el mundo lo perfecto sigo
sobre el cariño el alma suspendida,
busco en su seno la Ilusión perdida,
quiero mi suerte recorrer contigo.
Mas una duda mi placer contiene;
perdona si te ofende mi inconfianza.
si vas por la virtud nada te apene.
Pasa, que un día de feliz bonanza,
austro malvado su escuadrón detiene
y asóla de Natura la esperanza.
— 111 —
ALBERTO
—Violeta, Herminia, Ofelia el teatro espera,
el telón ya vá a alzarce, los actores
de cartón voy poniendo; y estas flores
colocaré en el mareo de madera.
A ver si se están quietos, ehieos ¡fuera!
afuera los que son murmuradores
pues no saben, no, todos los dolores
que han costado formarnos la can-era.
Y en un ir y venir está arreglado:
los chicos al temor se han dominado;
el timbre suena de un dispertador.
Comienza la función: sube a la escena
un drama que a las almas enajena,
del que Alberto es intérprete y autor.
113 -
ETERNO CARNAVAL
^altando en .su trascurso, la ley humana.
Alegre, el engranaje que la regula ;
Desbórdase y ahoga, nías que mundana,
La inferna] pesadilla que la estrangula.
Y en fuerza de saltarle, tras de los años.
Gastará su engranaje la humana gente ;
Y la verdad desnuda de desengaños
Hará a todos felices eternamente.
Así será cumplida la ley profeta
Que vulgar experiencia trajo a este mundo,
Que el (pie en abecedario llega a la zeta.
Es un letrado grande, noble y profundo.
Y el hombre será entonces con el sistema
Quien primero reniegue del Paraíso;
Que no es poca alegría tener de emblema
Para todo el dios Momo nos dá permiso.
Hay gentes tan atentas en lo que digo
Que por que no las dañen eternos males,
En ello se cobijan, y así a su abrigo.
Renuevan diariamente 1<>s carnavales.
115 —
PROSCRITO
siento un vago temor patria adorada
al dejar mi refugio de proscrito;
dame tu absolución por el delito
que a tí ya vá la nave apresurada.
, Ah, me escuchaste ! Y por la mar callai
pues su fragor me hiciera más contrito,
navego con afán, mientras agito
tu flámula de vida inmaculada.
AI sonreír la aurora en el Oriente,
corona que a tus sienes Dios inclina,
veo tus costas mágicas alzare e.
Y un buen augurio leo en tu alta frente
el iris de la Paz que se avecina
y que con tu perdón quiere mostrarse.
117
ÁSPID
, Lónio clava la Envidia sus colmillos,
sus colmillos de áspid, envenenados,
en los seres más nobles y elevados
cuando son como Mártires, sencillos!
Porque la cobardía de los pillos
es la baja y servil de renegados;
cuando acechan, inquietos y vejad -
encogidos también en sus anillos.
Dispuestos siempre a hincar, con su ponzoña,
el íntimo placer de la carroña
que solo con lo pútrido revive ¡
no ven la caridad del elegido,
que como a Cristo de virtud ungido,
al que ciearo lo hiere, luz recibe.
— 119 —
VIEJA CANCIÓN
Despierta dulce amiga
t^ue ya rosada aurora
Con fineva luz implora
Tu rostid acariciar ¡
Verás los pajarillos
Que en trinos deliciosos
Harante bullicios» -
E] lecho abandonar.
Sus cantos son mensajes.
Pues cuando en la campiña
Les cuento que mi nina
Su corazón me dio.
Ellos, alzando el vuelo
Se van a tu ventana
Y cual esta mañana
Repiten lo que yo.
Te incitan que me ames
Cual ellos a la vida.
Y que siempre, querida,
Tu mires esa unión.
Y ensalzan placenteros
De Dios la luz Suprema
Y ostentan como emblema
Feliz nuestra pasión.
Ayer así a tu lado
Amante dispertaba,
Al par que fiel luchaba,
Tu sueño y tu bondad ¡
Más hoy que dolorido
Contemplo que mi dicha
Trocastes en desdicha.
Cuerdas, callad, callad.
121 —
CIEGA
Burea sin rumbo, sin bandera alguna,
Sin afectos, sin paz, sin esperanza;
Que tranquila, a la muerte, su tardanza
Ni grata le ha de ser si es oportuna.
De la (jloria no espera la fortuna
Ni a la Virtud admira so templanza;
Tan solo a un puerto con tesón avanza,
Ks aquel do interés siempre se aduna.
No esperes de esa alma el fruto bueno,
La codicia será quien la cultive;
Quien la crezca también su inmundo seno.
Ay de tí ! si ese bien con que revive
El ánimo al hastiado, te es ajeno.
Es que en tu pecho la bondad no vive.
— 123 —
MAGNITUD
Extiende el sol sus mágicos ardores
por sobre el lomo de la Tierra fría,
y renace, explendente, el nuevo día
bendiciendo las brisas y las flores.
Ríen lus seres modulando amores.
ebrios de luz. de paz y de armonía ;
erigiendo hasta el dios de la Alegría
monumentos de voz, los ruiseñores.
Es que la Patria, tras mortal letargo,
que le impusieran en el filtro amargo
los que su inepcia cubren de celajes,
deseiñendo su manto inmaculado,
desnuda, hermosa, sin el rostro airado,
se ofrece como escudo a los ultrajes.
125 —
ELECCIÓN
( Jruzaba el tiempo con la frente erguida
Sin más consuelo que la pronta muerte,
Presa así del capricho de la suerte
Sin que el alma al Amor fuese rendida.
Cuando una senda para mi escondida
Quiso alzar mi ilusión : y el pecho fuerte
Por ella flaqueó, tan solo, al verte
Y al sentir en su ardor tan firme herida.
En vivir y en morir ya no vacilo :
Venga la Vida dulce y amorosa
Venga tu amor de bálsamo repleto.
Mas, si la flecha de amoroso filo
Quitaras a mi pecho, desdeñosa,
Fuera la Muerte su mejor objete.
— 127 —
EL SANTO AMOR HUMANO
Tengo los atributos del santo amor humano:
Lealtad, Esperanza y Fé son mi bandera ;
ven amiga que el aura que flamea esos dones
con sus brazos jigantes en un nimbo la enlace
y le sirva de escudo contra el cierzo traidor.
Ten cuidado no trueque la suspicacia artera
ese encanto en la vida con su arrastre sutil;
pues de hacerlo peligran todos los atributos,
todos los atributos que encastillan mi vida ;
todos los atributos que rebrotan en mi alma
cada estación que llega, cada sol que se acerca,
con su divino fuego del santo humano, Amor.
— 12 y
ITALIANA
Xu sé por qué la Italia me fascina,
no sé por qué su nombre me embelesa,
cuando tu imagen mi memoria besa
y hacia tu pecho mi pasión se inclina.
No extraño ya la idea peregrina,
merece algún perdón quien lo confiesa
de hacerte de mi Reino la Princesa,
de hacerte de mi Imperio la Czarina.
Deja, piadosa, que mi lira entone
cual hasta aquí su mística armonía,
al duro empeño que un capricho pone .
Y si penetra en él la melodía
el triunfo dignamente me corone,
y llene nuestro amor con su alegría.
131 —
NAPOLEÓN
Duerme tranquila domeñada ñera!
Nadie perturbe tu profundo sueño!
Duerme ! Que Europa su perdido dueño.
Aún hoy reclama irguiéndose en la hoguera.
¡Ah! Si mi lira en su temblor él viera.
Y el noble aliento y rencoroso ceño
De mi semblante, yo que honor desdeño,
Quizás su muerto ardor en sí volviera.
Mas, ¡ alza nuevo Lázaro en tu fosa !
¡ Alza ctra vez Napoleón guerrero
Que de otra Elba suba tu osadía !
Y que también otra Austerlitz gloriosa
Repitas, n ó a la Europa al mundo entero !
Mas, teme a un Waterloo de rebeldía.
— 133
CARNAVAL 1919
Flota el alma en una espesa
nube de melancolía. . . .
La farándula se acerca.
Son Pierrote y Colombinas,
payasos, duques y pajes
toda una corte fingida.
Risas, cantos estupendos:
todo es locura, alegría. . . .
¿Han pasado? Sí, allá van.
Vuelva el llanto al alma mía.
— 135 —
QUIJOTE
Quijote valeroso de la pluma
Solo a tu acción confías la victoria,
Y si hasta hoy no te alcanzó la gloria
La causa fué que se tornó en espuma.
Mas. tamaña tontera no te abruma
Y sigues cimentando tu memoria
Llamando a los contrarios bajo escoria.
Aim ruando sean la virtud en suma.
Harto de destrozar la Poesía
Pristes en pos de nuevas aventuras,
Y como al de la Mancha te premiaron.
La vista te engañó en lo que veía:
Los carneros que viste en tus torturas
Fueron los que a la postre te ultrajaron.
— 137 —
SUICIDA
Ya no puedo escribir, mi fe perece,
siento hasta el yo perderse en el vacío ;
y del alma, en el cruento desvarío,
su misma vida eterna desfallece.
j Es la duda que aleve resplandece
porque de todo interiormente río,
o es Luzbel que en perpetuo desafío
viendo mi altar caer, se enorgullece?
Algo grande hay en mí que no comprendo
— mientras callado mi bagaje vendo —
que me hace la existencia amar un poco.
Es tu sagrado amor, esposa mía,
que me sostiene al concluir el día
y que me impele hasta el suicidio, loco.
139
ESPERANZA, EKES NUBE
Esperanza ! eres nube que diluye la vida,
que diluye la vida con su mano certera ;
cuando en giros geométricos haces puerta a la herida
en que los borbotones de la sangre pañi la.
cantan del desconsuelo aún la hora postrera.
Esperanza !.. Ya erguida dando el flanco a Occidente.
a cien codos del hombre con mirar infinito,
vestal de la liturgia de una té subconsciente,
traspasas los abismos, (pie salvas ciegamente.
descarnando el esquema de la Vida : su mito.
Esperanza ! Te aclamo por tu esencia bendita,
como bálsamo y venda ; ven. reclamo tus dones,
para que cuando sienta flaquear la estalactita
de todas mis ideas, tú te allegues contrita
y den vida a su muerte, la luz de tus pendones.
Esperanza ! Eres nube que diluye la vida.
que diluye la vida con su mano certera ¡
cuando en giros geométricos haces puerta a la herida
en que los borbotones de mi sangre panida
cantan del desconsuelo aún su hora postrera.
Ul —
AYER Y HOY
Fuiste la flor que en el agreste suelo
Del ansia mía apareciste ufana;
Pues cual tú nunca había, tan temprana,
Adorado en más grande desconsuelo;
Contigo en el nublado entrevi al cielo
Prometerme feliz una mañana.
Cuando el Edén que mi ilusión hacía
Rico en detalle, en dicha portentoso,
Tocaba ya a su fin maravilloso
Cerróse con la noche el bello día;
Y luchando .sus genios a porfía
De nuevo me dejaron sin reposo.
143 —
FRENTE A LA VIDA
(A Carlos N. Rucha
autur del libro de este título]
Cobarde, es el pasivo anaeoreta
que vá con su pecado a abrupta cima;
cobarde, es el que tiene en mucha estima
su palabra venal de gran profeta.
Cobarde, es quien mantiene su alma neta
de toda conjunción con la alta rima,
el que levanta el polvo de la lima
cuando pule su verso el mmsageta.
Pero es muy digno el que, tras vida austera,
sin reparar lo andado en su carrera
ni restañar la sangre de su herida,
como buen paladín tras la victoria,
por conquistar laureles de más gloria
solo anhela quedar Frente a la vida.
— 145
DE PIE
No importa que el mundo su lodo me escupa
yo voy sin temor,
Resuelta la trente, al astro que alumbra
mi genio y mi amor.
Serenos los cielos, voraz la tormenta,
¡ qué inútil luchar !
Yo nunca en la lucha, las furias ajenas
llegué a calcular.
— 147 —
VIRTUD EXCELSA
(' Por qué no luce mi preclaro nombre .'
¿No soy digna de tí? ¿Será delito
Llevar alzada la modesta frente?
Dijd así la Honradez, siempre que el hombre
Con cariñosa mano la llevaba
Y en criminal vergüenza
Al Vicio robador se la ocultaba.
i Ves < i ne el genio del Bien y el sol hermoso
Dan su rayo benéfico a la Tierra
Sin que el temor a nada
Llegue a turbar su voluntad templada '!
Igual mi nombre y mi virtud primero
Brillarán ante tí y el orbe entero.
De entonces temeroso
Los vio correr al dilatado espacio
Sus ámbitos llenar; (pie así la esclava
Fuerza por siempre la brutal cadena
Y se asienta serena
En el sitial de su verdugo y dueño.
¡ Cesad en vuestro empeño !
¡ Xo más halagos que cautiva vea !
¡Como en el aire el ave, seré libre!
Si mi frente dobló la tiranía
Mientras tenaz mi empeño protestaba,
Fué cómplice la Duda
Que mi ardor moderaba
Y quien hoy perpetuó su cobardía.
149 —
PARA EL ABANICO
De la Sta. Dominga J. Fraga.
Es el abanico, niña.
Para el aiuor un pretexto. . . .
Y para el pobre poeta
Un grandísimo tormento.
Vn poema de pasión
Iba a verter sobre él;
Mas reparé que era ardiente,
Y encendería el papel ....
Como la frase vá al viento
Y el viento en tu mano está,
Todo cuanto a<pií vá escrito. .
* No lo vayas a borrar).
— 151 —
ARTIGAS
< B'ragmento)
Ven, genio de la Paz. que ya las puertas
del templo del dios Jano abrió mi patria
a un bello porvenir. La edad pasada.
la edad que de sus hijos rememora
la grande gloria y la feliz hazaña
que le dio libertad: hoy me conduce,
al pié del Pindó a recordar sus hechos.
Llégate y orla su serena frente
con grata oliva y aromosas flores;
que aunque altiva, la patria, te desea;
y es tu brillo el (pie luce en sus pendones.
Llégate, y desciñe su armadura,
el férreo' arnés y la ofensiva lanza:
que Marte abandonó la cruel pelea
avergonzado de sus propios hechos.
Y mi noble entusiasmo
gi anjeó una voz sonora que los ecos
de la noche tranquila
llegaron hasta aquí: Loor al grande
v esforzado adalid, que al cruel Atila
volvió tronzada la brutal cadena,
con que a temor condena
los secuaces feroces (pie intentaron
hollar el santo suelo
de la patria adorada ;
— 153 —
así rastrera sierpe
huyendo al cazador suelta la presa
que al cielo vuelve la feliz mirada.
Y un eeo respetuoso
por los prados divinos, dilatado.
trémulo le añadía :
Artigas fué varón tan afamado.
que no hay premio en la Tierra
que, al genio de la guerra.
parezca digno que le dé la gente.
Que el dios del Pindó le cedió su latió
y con sus palmas le adornó la frente.
Loor a Artigas! Y loor clamaban,
la selva, el monte y la pradeía umbrosa
la sombra misteriosa
que las tumbas circunda noche y día ¡
y todos a porfía
el grato nombre dándole a los vientos
con sus ecos aliaban monumentos.
— 154
ARCANO
Cuando en la noche serena
miro su techo estrellado
pienso en Aquel que ha creado
tanta grandeza infinita ¡
y mi espíritu se agita
al elevar la oración
comparando tu pasión,
tan grande cual es -u imperio,
como que un mismo misterio
encierra siempre a los dos.
15 5 —
A UNA JOVEN FRÁGIL
¿Qué me puedes brindar flor deshojada
Flor de perfume y de color ayer,
Si tf.mida la luz de tu mirada
Me dices la gastaste en el placer?
¿Y vil, aun intentabas engañarme
Engañar a mi alma y a mi honor.
Diciendo en tus palabras por comprarme
Que solo yo era digno de tu amor?
No me guardes rencor si mi consejo
Cuando feliz estabas te oculté;
Mudo en pesar y de estupor perplejo
A decírtelo entonces no at'né.
Yo te quería es cierto, casi tanto
Que amor yo le llamara sin dudar ,
Por eso es porqué suelto mi quebranto
Al embate furioso del pesar.
— 157
M¡is hoy todo pasó, y allí en mi pecho
Donde el recuerdo tuyo se anidó
En féretro hallará tranquilo lecho
La lian. a que su actos alumbró.
No quieras eon tu llanto conmoverme
Todo es inútil, se acabó mi té;
No puede tu inocencia convencerme
Que en la bondad un Limite se vé.
Yo fiel a tus palabras mentirosas
La aurora de la dicha entreveía;
Las aves me alagaban melodi< - -
El dulce arroyo mi sentido hería.
T< do feliz moraba en el contento
Para mi de desdicha no era el mundo;
Todo brindaba súbito portento
Fué todo engaño y malestar profundo.
No desgarren mis fibras una a una
Tanta maldad cual siente el corazón;
Venga el olvido, venga, que ninguna.
Digna es que vibre ya por su ilusión.
— 158 —
"BIJOU"
Dá mi pié un gran topazo — sin querer por supuesto-
en la pata maciza de un mueble milenario ;
y cBijou" que descansa, debajo del armario.
me rezonga su enojo, defendiendo su puesto.
Intrigado, investigo el origen del gesto,
— pues de filosofía revisto mi santuario —
y contempla mi vista, así como un osario,
con tantos desperdicios como el perro allí ha puesto.
Un trozo ensangrentado su garra aprisionaba,
y, haciendo que dormía, vigilaba su presa
en ensueños perrunos, lejanos, su cabeza.
Más el intruso vino y tal golpe bastaba.
— apesar de que su amo con mimo lo guardaba —
para ahogar en su ira la flor de su nobleza.
— 159 —
RUEGO
•A qué buscas, ingrata, de otras playas
«•1 blando arrullo en sus mentidas ondas.
filando la mía. serena
te brinda dulce abrigo' y franca arena;
y Jas nevadas blondas
divisas extender, ruando austro arruga
el veleidoso manto de Neptuno,
y eres en e] ganar tú quien madruga .'
Que, ¿no escuchas de mi musa
el eco triste, su doliente estrofa,
y las rizadas telas desplegando,
'•nal desposada alegre
que. en gala revistiendo su hermosura,
nnda el azahar purísimo a Himeneo
•'1 e-asto templo su virtud llenando;
te aprontas a partir al mar sediento,
sepulcro de cadáveres sin cuento?
¡Desecha tu ilusión! No en otras tierras
<-on el sincero amor del compatriota
te halagarán. Tan sólo
las Parcas jugarán con tu destino,
así aguzando ariete
que el mismo mar oeulta ;
y antes de terminar en tu eamino
mueras allí.- y en ignorante Lethe
sin gloria y sin blasón vas sepultada.
Ya en áspero ascender el ancla miro ■
tu chu¿ma en triste son mutua se alienta;
— 161
y oculta tempestad veo, contenta,
acechando tu paso
tendida en el ocaso.
De eléctrico puñal sus resplandores
• pie cu la cobarde hazaña es instrumento
al divisarlos presa de temores
p<>r tí, bajel, yo soy.
Tregua, tregua ¡oh, dolor! Tregua un momento,
quita tu despertar; cien-a la herida
• pie abriste en mi pecho acongojado,
y al estupendo impulso con que elevas
la vil arena de] candente suelo
a] éter puro del empíreo helado,
préstame alientos
con qué llegar a tan serena cima.
Los humillados vientos
presurosos llegando
suban allí sublimes entonando
suave murmullo que ensalzó otro día
de divino Jehová su gloria al hombre:
y uniendo en armonía
el himno celestial en su alabanza
el universo atónito me nombre.
Tal ésta fué la condición humana
de un siglo en otro en pos. Tal es de vano
el ser que miserable medir quiere
del alto Dios la gloria
el poder soberano ;
tal ésta fué la presumida Historia.
Que vi la falsedad del mundo entero
tender el ala de invisibles males
de un polo en otro polo,
de un mar en otro mar. Yo. ignoto y solo,
— 162 —
forcejeé con la fuerza de mi sino
y e] triunfo contemplé sonreirme; y luego,
sentí en mi alma su agradable fuego.
.Mas. pronto se apagó nave querida;
toilu se fué como se vá en la vida.
Así mira a tu frente, no desdeñes
«'1 ruego placentero que hoy te envío ;
que siempre mi amistad fué a tí sincera.
Vé. nunca pasagera
guarda en su poderío
Océano implacable la acción tuya:
que rasgas con tu quilla poderosa
•Jn la quietud la onda
y en la borrasca la montaña airosa.
Vete nomás ; pero al tornar un día
recuerda que aquí siente tus olvidos
quien siempre te cifró mis ilusiones
del vulgo rechazado.
Mira mi lira rota :
el plectro confundido en sus despojos:
ya no saldrá una nota
en une cante siquiera mis enojos.
; Adiós Mundo feroz, soy tu poeta
para cantar tus glorias acabadas:
;<>h. nave: /no me escuchas? ¿Enlutadas
no miras mis campiñas halagüeñas,
y las lejanas peñas
olvidas que serán tu desventura?. . .
; Pliega tus velas donde sean amadas,
que aún gratas te han de ser por sepultura !
— 163 —
BROCHE
La filigrana de mi sentimiento
•sobre tu frente pura, alabastrina.
orfebra la aureola peregrina
que exorna el amoroso pensamiento.
Plena de gloria en tan feliz momento
devuelves besos mil ¡ mientras, divina,
del Arte redentor la luz culmina
dando a mis ansias generoso aliento.
Por eso son mis versos mensajero»
que van hacia tu altar en un derroche;
y. aunque broten en ásperos senderos
en las tormentaciones de mi noche,
gozan la esplendidez de tus luceros
al posar tu en mi llaga como un broche.
— 165 —
INDICIA
Págs.
ETERNIDAD V
DEDICATORIA 3
Valores \)
JBJ soneto 11
No haber nacido pájaro 13
Fe 17
lleudo 19
La visión de] poeta 21
Falsa vida 25
K.sMifo 27
Ensoñación 2!*
Elegía 33
l ii vaso de cerveza 37
Ella 3'.'
Mi nueva religión 41
El dolor de -Jesús 43
Drama 45
A una estrella enante 47
La murga 49
Triim • 51
Se han burlado hija mía 53
Trova galante 55
Ya estoy cerca de tí. patria .37
Resmres'x 63
Amado Ñervo 65
A Lucila 67
Aeda filósofo 6ÍJ
Solo adorando 71
Espectros 73
El matón 77
Lucha interior 79
Nunca seré instrumento 81
Un beso 83
Yo soy la roca 85
Profesión 87
p,
&
Nubes pardas 89
Crédulo !»1
¡velt !)o
Pastoril 95
España 97
Quinteros 101
Talióu 105
El fúnebre 107
1 le otro t i «ii i j ><» 109
Ultimo 111
Alberto 113
Eterno carnaval 115
Proscrito 117
Áspid 119
Vieja canción 1-1
Ciega 123
.Magnitud. . 125
¡ion 127
K santo amor humano 12!»
Italiana 131
Napoleón 133
Carnaval 1919 135
Quijote l:>-7
Suicida l;)>'->
Esperanza, «-res nube 141
Ayer y hoy 143
Frente a la vida 145
De Dié l-±7
Virtud exceda 149
Para «'1 abanico 151
Artigas 153
Arcano 155
A una joven Frágil 157
"Bijou" 159
Ruego 161
Broche 165
BJNDJiív* ¿ZCT. NOV 16 1972
PLEASE DO NOT REMOVE
CARDS OR SLIPS FROM THIS POCKET
UNIVERSITY OF TORONTO LIBRARY
PQ Freiré Silvar, Jesús
Jornadas
F764J6
•.
Q^
jl <<*
¡m o